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anecdota contada en un diario
Este mail lo mandó un doctor que vive en Canadá.
Me reí por espacio 20 minutos......
Por favor cuando vayan a ir al ginecólogo...
pónganse guapas....
Y para los hombres,
por favor no dejen de pasárselo a sus esposas o novias.
En una ación de radio Canadiense,
dieron un premio de 1000 a 5000 dólares a la persona que cuente una historia verdadera,
que le hubiese sucedido
y la hubiese puesto en una situación embarazosa,
de aquellas que te dan ganas de tirarte de un décimo piso...bueno, o de un primero.
Esta fue la historia que ganó los 5000 dólares.
"Tenía consulta con el ginecólogo para esa semana, pero quedaron en llamarme para confirmarme el día y la hora de la misma.
Una mañana temprano recibo la llamada de la telefonista del consultorio,
informándome que mi consulta estaba registrada
para ese mismo día a las 9.30 hrs.
Acababa de terminar el desayuno con mi marido y mis hijos y estaba lista para comenzar con las tareas del día,
eran precisamente las 8.45 hrs. Entré en pánico, no tenía ni un minuto que perder.
Como todas mujeres tenemos mucho cuidado
y una particular atención en nuestra higiene íntima, principalmente cuando vamos al ginecólogo, pretendí asearme
pero ésta vez ni siquiera me daba tiempo para darme una ducha.
Por lo que entré al baño,
me quité el camisón y agarré una toallita limpia y doblada
que estaba encima del borde de la bañera,
la mojé y la pasé
con todo cuidado por mis partes "más íntimas" para así tener la seguridad
de que quedaría lo más limpia posible.
Al terminar lancé la toallita en el canasto de ropa sucia,
me vestí y volé para el consultorio.
Estaba en la sala de espera y
casi inmediatamente me llamaron
para hacerme el examen.
Como ya conozco el procedimiento,
me senté sin ayuda en el borde de la camilla e intenté,
como siempre hago,
imaginarme muy lejos de allí,
en un lugar así como el Caribe o en cualquier otro lugar lindo,
por lo menos a 1,000 kms. de aquella camilla.
Me quedé muy sorprendida
cuando el médico me dijo:
"Ah, caray, hoy hizo un esfuerzo extra
para quedar más bonita!"
No entendí el cumplido pero no respondí y sólo me limité a sonreír y decir "¡ah!
Me fui a casa tranquila y el resto del día se desenvolvió normalmente:
limpié la casa,
cociné,
tuve tiempo de leer una revista,
etc.
Después de la escuela,
ya terminados los deberes,
mi hija de 6 años estaba lista para ir a jugar
cuando me gritó desde el baño:
"¡Mamá! ¿Dónde está mi toallita?
Le contesté,
¡No sé, pero toma una limpia del closet!
Su respuesta me hizo desear desaparecer
de la faz de la Tierra.
El comentario del médico,
martillaba en mi cabeza sin descanso
ya que lo que mi hija
me contestó fue:
-"No Mamá,
yo no quiero
una toallita del closet,
quiero aquella
que estaba doblada en el borde de la bañera.
Ahí tenía mi diamantina,
mis brillitos
y mis estrellitas
doradas y plateadas!!"
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